jueves, 30 de junio de 2016

¿Valoramos bien lo que tenemos?

Hoy he contemplado los colores de los que se viste el ocaso hasta su fin y no he podido evitar extrapolarlos a la vida.
Cada día tiene su fin, al igual que muchas historias.
Aun así, algunos de esos finales brillan más y cautivan la atención de los presentes.
Muchas veces, nos damos cuenta de lo felices que fuimos en una etapa cuando está ya anocheciendo.
No supimos aprovechar los rayos de sol durante el día y los reclamamos cuando se van escondiendo detrás de una montaña.
Empezamos a valorar las cosas cuando estamos a punto de perderlas. Hasta que los tonos rojizos y amarillentos del atardecer se difuminan en la atmósfera y el frío de la noche nos eriza la piel.
Ella nos cobija con su manto de nostalgia.
Y mañana vuelta a empezar.
Quizás su atardecer no sea tan bonito.
Quizás por fin aprendamos y no tengamos que pararnos a contemplar cómo ese sol se nos escapa de las manos.
Algún día, espero, sabremos valorar los momentos cuando tengamos su calor sobre nuestra piel.

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